La victoria sobre Izalco
Me encuentro de pie en el borde de un gran plato profundo donde salen las rocas de lava incandecente. Yo no tengo miedo. Continuamente, bombas de lava rebientan, coágulos de sangre en fusión son arrojados desde las entrañas de la tierra por cuatro chimeneas que alimentan este fuego encendido. Gases escapan silbando y estas antorchas gigantescas crean velo el resplandor del horno.